La historia secreta de la dignidad como valor constitucional
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Resumen
La "dignidad" está de repente en todo lado, en los campos del derecho y la filosofía, aún cuando ya hace tiempo se encontraba en un desuso generalizado. En la opinión popular, esta prominencia se debe esencialmente a las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial cuando, a la sombra del genocidio, la dignidad humana empezó a brillar con luz propia. Específicamente, el constitucionalismo de la dignidad refundaría el derecho público. El concepto de constitucionalismo de la dignidad fue guiado por la pionera insistencia de Inmmanuel Kant, como principio básico en la Carta de Naciones Unidas (1945), en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), y en la Ley Fundamental alemana (1949), tres documentos que se fundamentan en la dignidad individual. En esta narrativa convencional, los alemanes - después de los horrores del Holocausto - refundaron el constitucionalismo, y su ejemplo fue llevado a Sudáfrica y más allá. Aunque tomó un tiempo, la dignidad ha despegado en las últimas décadas, de la mano de las fortunas del derecho internacional de los derechos humanos, convirtiéndose en lema global de varias constituciones y tratados internacionales, ofreciendo una guía judicial para la protección de valores básicos. Ciertamente, el interés en la dignidad humana ahora presente en discusiones de casos judiciales y debates filosóficos, así como las crecientes disputas entre jueces y académicos acerca de cómo interpretar las provisiones relacionadas con la dignidad humana merecen una explicación. Sin embargo, ¿es esa mirada convencional sobre la dignidad humana correcta?